Profecía: La percepción de la realidad (parte 2 de 3)

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4. Importancia de la creencia en la profecía

La creencia en la profecía debe tener la debida importancia y prioridad en todos nuestros esfuerzos de da'wa y yihad (lucha y esfuerzo por el dominio de los mandatos de Al-lah). De lo contrario, la mera creencia en Al-lah carecería de sentido, porque los judíos y los cristianos también afirmaban ser creyentes en un solo Dios, y el propio Corán ha elogiado la excelencia de la ‘ibada (adoración) y el ajlaq (moral) de algunos de ellos y, sin embargo, incurrieron en la ira de Al-lah simplemente porque negaron la creencia en la profecía.

5. La creencia en la profecía es una fuente de ayuda de Al-lah

La creencia en la profecía es decisiva porque la promesa de la ayuda, la salvación y la victoria de Al-lah está con los profetas, la paz sea con ellos, y con aquellos que realmente creen en la profecía, siguen sinceramente las enseñanzas proféticas, se transforman en ayudantes en su misión y luchan por establecer el din (estilo de vida divino) de Al-lah. Él Corán dice: {Fue decretado para Mis siervos mensajeros que serían auxiliados, y que Mi ejército sería el vencedor} [Corán 37:171-173].

6. Él mensaje de amor y paz

La eterna lucha de la misión profética contra la maldad de los incrédulos, que ahora ha tomado la forma de conflicto entre el Islam y Occidente, de hecho es una lucha por conquistar los corazones y las mentes de la gente. La conquista de los corazones de la gente tendría como resultado la supremacía y el dominio del Islam, la verdadera religión de Al-lah. Mediante el uso de la fuerza se puede conquistar territorios, adquirir dinero y bienes, obtener el poder político, pero no se puede conquistar las mentes y los corazones de la gente. Del mismo modo, los argumentos pueden obtener apoyo, pero nunca pueden asegurar el compromiso, la devoción y la disposición a afrontar sacrificios en la vida. Solo hay una manera de conquistar los corazones: una creencia firme en la condición de Profeta de Muhammad, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, la plena devoción a su misión, el amor y el respeto hacia él, y la completa obediencia y compromiso de seguirlo en todos los aspectos de la vida. Así es como se han ganado los corazones de la gente en el pasado y así se ganarán en el futuro.

Debemos esforzarnos por demostrar que el Islam es la verdadera religión que presenta un código de vida completo; advertir a la gente sobre lo extremadamente perjudicial del interés o la usura y los peligros de los sistemas económicos no islámicos, y destacar la belleza del sistema social, político, económico y familiar islámico. Sin embargo, nunca debemos olvidar que el propósito de todas estas actividades es crear condiciones favorables y un entorno propicio para defender la causa de la Verdad.

Si la gente admite todos los valores islámicos pero se niega a creer que Muhammad es un Profeta, el camino para lograr el éxito en el choque de civilizaciones seguirá obstruido. Hay mucha gente que elogia el Islam, elogia el arte y la arquitectura islámicos, aplaude el espiritualismo y el misticismo islámicos pero, aun así, no están dispuestos a seguir al Profeta Muhammad, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, ya que no creen que sea un verdadero profeta. Por lo tanto, estas personas nunca pueden ser consideradas como ayudantes y partidarios de la misión profética.

Del mismo modo, aunque aportemos amplias pruebas de que el Islam garantiza los derechos humanos más que cualquier otra ideología; de que no solo defiende los derechos de las mujeres, sino que les ha dado un estatus que antes era inconcebible, incluso en Occidente; y de que el código penal del Islam no es cruel, sino comprensivo y compasivo con la gente y la sociedad, seguirían sin mejorar las perspectivas de ganarse los corazones de la gente. Los argumentos de la lógica y el intelecto tampoco pueden servir al propósito. Lo que se necesita es una creencia firme e inquebrantable en la condición de Profeta de Muhammad, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, y amarlo más que a cualquier otra cosa. 

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