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Él Corán y la comunidad

El Corán y la comunidad

Virtualmente toda lengua humana tiene una palabra para “comunidad”. ¿Cómo podría ser de otra manera cuando la comunidad es la esencia fundamental de la experiencia humana? Somos criaturas comunitarias. Vivir como parte de una satisface nuestra inclinación más natural hacia la sociedad que se desarrolla en cada uno de nosotros. Esta es la razón de que la noción de comunidad –simple, innata, intuitivamente entendida– nunca ha suscitado mucha discusión. Fue así de fundamental.
Aunque ya no tanto desde el nacimiento por cesárea de la modernidad, cuando el hombre fue arrancado prematuramente de su vientre social y entregado desorientado a la distorsión moral, materialismo inmanejable, codicia, injusticia y arrogancia. Esto ha ido llevándonos a una reverencia vulgar por el individualismo y a una indiferencia casi total por el bien común del hombre.
El resultado ha sido mucho más que la mera pérdida de un sentido comunal abstracto entre nosotros (y su avalancha asociada de feos males). Nos hemos visto obligados a soportar la degradación y en algunos casos, la completa destrucción del componente humanizante más esencial en la vida: La familia.
Sin embargo, la ‘comunidad’ sigue siendo de uso generalizado entre la gente. La invocamos a cada paso porque está profunda en nuestra fitrah, nuestra tendencia innata hacia la virtud. Pues sólo la comunidad mantiene toda la esperanza terrenal para nuestra felicidad y hermandad compartida.
¿Es de extrañar que algo tan antiguo como la comunidad —un hecho para los premodernos, a pesar de sus “deficiencias” tecnológicas e informacionales— se ha convertido en causa del principal desafío de nuestro tiempo y a qué precio?
Esto pone de relieve otra nota importante sobre la comunidad: La falta de una comprensión apropiada sobre lo que significa comunidad. Esta es la razón principal de que sea tan difícil hoy día establecer y mantener una.
En esto hay, de hecho, una señal para nuestros tiempos confusos. Expone un desconocimiento entre nuestros dirigentes musulmanes, que se ha mostrado en una pérdida de identidad de las fuentes de comunidad, aunque el Corán es absolutamente inequívoco al respecto.
La primera cosa sobre la comunidad en el Corán que capta tu atención es su énfasis masivo. Aparte de los temas de fe y tawhid, ummah (en sus varias formas) es el concepto más ampliamente mencionado en él. Establece la comunidad como el estándar por el cual hemos de entender y reflexionar sobre el hombre. {¡Oh, humanos! Os hemos creado a partir de un hombre [Adán] y una mujer [Eva], y [de su descendencia] os congregamos en pueblos y tribus para que os conozcáis unos a otros. En verdad, el más honrado de vosotros ante Al-lah es el más piadoso. Ciertamente Al-lah es Omnisciente y está bien informado de lo que hacéis.} [Corán 49:13]
Esta es la forma más esencial de comunidad destinada por Dios para el hombre —una colectividad simple conminada a unirse por el bien común con base en el monoteísmo. El Corán asegura que los medios materiales pueden permitir al hombre ganar en asuntos divinos. Incluso un solo criterio (la reverencia y adoración a Dios —que el Corán menciona como taqwah) forma la base sobre la que el hombre será juzgado. Esto hace que la taqwah, el reverenciar sólo a Dios el Uno, es la única guía por la que vale la pena vivir. Esta no es una mera abstracción. Así que no dejemos ambigüedad al respecto. La taqwah es totalmente concreta.
Si la gente encuentra difícil de comprender el lazo de Dios que representa la taqwah, seamos francos, es debido totalmente a un defecto: el hecho de que establecer una comunidad basada exclusivamente en la reverencia a sólo Dios significa que algunos hombres no pueden ser señores sobre otros. Todos somos iguales y debemos, por lo tanto, brindar a otros lo que esperan a cambio. Esta es la razón de por qué la taqwah es el único criterio lógico de una comunidad justa. Es una medida directa de nuestra voluntad de creer en Al-lah y obedecer Sus mandamientos.
Sorprendentemente, el Corán nos dice que el ingrediente más importante para establecer una comunidad no depende del espacio, el tiempo, la materia o cualquier otra característica “opcional” o relación en el mundo. Es un enlace del corazón humano. La verdad desnuda es que ninguna cantidad de voluntad humana ni de medios mundanos nos lo puede brindar. Es pura y explícitamente un acto de gracia divina: {Aferraos todos a la religión de Al-lah y no os dividáis. Recordad la gracia de Al-lah al hermanaros por Su Gracia uniendo vuestros corazones después de haber sido enemigos unos de otros} [Corán 3:103]. Por lo tanto, es Al-lah y sólo Al-lah Quien reúne los corazones de una comunidad y los enlaza.
Debemos tener en cuenta que esto no es un acto de puro destino sino también una función de si un pueblo elige conscientemente interiorizar y vivir conforme al estándar admirable de la taqwah, a saber: Dios es Dios. El hombre es el hombre. El primero es para ser servido. El último es Su siervo, sirviendo a todos los otros para complacerlo a Él.

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