Pero, ¿qué hay de los pecados del creyente? ¿Todo pecado requiere tawba? ¿Pueden algunos pecados dejarnos fuera del redil del Islam? Estas, entre otras preguntas fundamentales, se convirtieron en tema de discusión en el esfuerzo de los primeros teólogos por comprender y definir mejor la teología islámica. La necesidad de hacerlo surgió con la expansión del Islam más allá de la Península Arábiga durante su etapa de formación, crecimiento que conllevo la infusión de ideologías políticas y filosóficas externas. Es importante tener en cuenta los peligros de la ignorancia y el extremismo que pueden conducir a interpretar erróneamente la verdadera esencia de la tawba y el perdón. Un ejemplo se ve en la creencia sostenida por el temprano movimiento jariyita que “argumentó que los pecados mismos eran una forma de kufr (incredulidad en Al-lah). Razonaron que si se comete un pecado, uno es en realidad un incrédulo en Al-lah y, por lo tanto, puede ser combatido y asesinado, incluso si fuera un compañero del Profeta o un califa ...”. Si bien el movimiento en sí fue de corta duración, este tipo de pensamiento extremo aún es evidente en las atrocidades cometidas en nuestros tiempos, en gran parte contra los musulmanes, resultado de distorsiones similares del Islam por parte de grupos actuales motivados políticamente, responsables de la devastación generalizada y el auge de la islamofobia. No sorprende la gran cantidad de movimientos de contraataque que también se formaron en esos primeros días, como aquellos que postulaban que el comportamiento humano es únicamente el resultado del decreto divino (qadr). Esta creencia no dejó espacio para el libre albedrío y la responsabilidad por las propias acciones. La naturaleza problemática de esta visión es obvia a la luz de las verdaderas enseñanzas del Islam. Ambos extremos ilustran el papel crucial de la correcta comprensión de la tawba y el papel que desempeña en nuestra fe, perspectiva y acciones subsiguientes.
El renombrado erudito At-Tahawi resumió en su aclamado trabajo, Al ‘Aqida, la auténtica posición islámica por consenso (Ahlus-Sunna wal Yama’a) con respecto al pecado y la redención. Sostiene que Al-lah le ha ordenado al ser humano que Lo obedezca y le prohíbe la desobediencia; pero que nadie debe ser excomulgado sobre la base de esa desobediencia o pecado mientras uno no lo declare lícito, aunque el pecado puede tener efectos dañinos en la fe. Los creyentes viven con la esperanza del perdón de Al-lah sin asumir su certeza, y oran por los pecadores entre ellos, preocupados por su salvación sin desesperarse por ello. Todos los humanos serán resucitados después de la muerte y llevados a juicio ante Al-lah. Sus obras les serán presentadas y se verán recompensados o castigados por sus acciones en el Más Allá. Incluso aquellos seguidores del Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, bajo la carga más pesada de pecado del cual no se han arrepentido, eventualmente, por la misericordia de Al-lah, la justicia y el permiso especial para que los piadosos intercedan por ellos, ingresarán al Paraíso; aunque pueden inicialmente enfrentar un castigo en el fuego Infernal por un período de tiempo de acuerdo con Su voluntad y sabiduría divina.
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Purificación del alma