Esta serie de artículos no son para discutir, aclarar y especificar los juicios relacionados con el llamado a la oración (Adhan) ni sus condiciones, Sunnas y lo que se recomienda para quien lo hace y para quien lo escucha. Sino que se busca adentrarnos en sus palabras y significados, para así llegar a descubrir las realidades que estas frases expresan en cuanto a la religión y la vida, y lo que pretenden sembrar y arraigar en los corazones del musulmán y todas las personas.
¿Qué musulmán no ha escuchado estas maravillosas palabras que retumban en los oídos del creyente y conmueven su corazón? El Adhan, por gracia de Al-lah, se alza y repite cinco veces al día en los millones de minaretes que se levantan por todas partes del planeta. Son tantas las veces que suena el llamado a la oración, que se dice que son las palabras que más escucha un musulmán, que viva en un país o comunidad donde haya mezquitas, en su vida.
El Adhan son todas esas palabras que el musulmán memoriza y que conoce desde su mismo nacimiento o conversión al Islam. Es un conjunto de frases que representan uno de los ritos más famosos de nuestra religión. Sin embargo, esto no quiere decir que por ser conocido o memorizado sea entendido. Lastimosamente su popularidad no es equivalente al entendimiento de su sentido y objetivo mismo.
La mayoría de los musulmanes saben del Adhan que es el llamado que les anuncia la llegada del tiempo de una de las oraciones, para que vayan a cumplir con ella en la mezquita y en congregación. Algunos comprenden el significado idiomático de las palabras que se repiten, pero carecen del entendimiento de sus señalamientos relacionados con aspectos de la creencia y la jurisprudencia islámica. Es por esto que se hace necesario profundizar en este tema; además, pretendemos que cuando se comprenda todo lo que hay que entender del Adhan y el musulmán lo oiga nuevamente, sienta la diferencia, pues recordará los sentidos de este llamado cada vez que lo escuche.
El Adhan fue establecido y ratificado un año después de la Hégira, siendo que la oración fue fijada antes, específicamente durante el suceso milagroso del Isra’ Wal Mi’rayy (el viaje nocturno y la ascensión al cielo). Este retraso en su legislación pudo haberse dado a razón de que los musulmanes no contaban con una mezquita para orar y reunirse en la ciudad de la Meca. Así que cuando emigraron a Medina y construyeron la mezquita, se vieron en la necesidad de crear un medio que les indicara que el tiempo de la oración había llegado, para ir a la mezquita y cumplir con su deber.
En aquel tiempo, las formas que otras religiones tenían para llamar a sus respectivos ritos y oraciones eran: soplar el cuerno en el caso de los judíos, repicar las campanas en el caso de los cristianos, y los seguidores del zoroastrismo encendían un fuego. Pero Al-lah, Glorificado y Exaltado sea, decretó para los musulmanes el Adhan, que a diferencia de las otras tres formas utilizadas por los seguidores de las otras religiones, lo que se usa es la voz del ser humano que repite varias palabras que conforman frases que son entendibles para los demás; mientras que los cuernos, las campanas y el fuego no expresan los sentidos y significados que el Adhan contempla.
Esto, sin lugar a duda, indica que el Adhan fue establecido no solamente para diferenciar las costumbres islámicas de aquellas de las otras religiones. Es cierto que como musulmanes estamos llamados a distinguirnos de los demás, pero las palabras y la forma misma de este llamado van más allá, pues encierran todo lo que el Islam representa.
Reforzando lo que hemos venido diciendo, debemos tener en cuenta lo siguiente:
Primero: El Adhan está compuesto por palabras escogidas cuidadosamente, que conforman frases ordenadas con precisión. Este orden establecido no puede darse solamente para anunciar que el tiempo de una oración ha llegado o para convocar a que se ore en comunidad.
Segundo: Es de la Sunnah que el Muadh-dhin (almuecín: quien hace el Adhan) lo haga en voz alta, de modo que sea escuchado a la máxima distancia y por el mayor número de personas posible.
Tercero: Es repetido cinco veces al día, al alba, al medio día, por la tarde, al ocaso y por la noche.
Cuarto: Es prohibido que se aumenten palabras o frases antes o después del Adhan o en cualquier parte durante su entonación. La forma como se hace este llamado en la actualidad ha llegado a nosotros por Tawatur (una serie ininterrumpida de muchísimos narradores) a lo largo de los siglos pasados. Inicia con: Al-lahu Akbar (Al-lah está por encima de todo) y termina con: La ilaha il-la Al-lah (nada ni nadie merece adoración sino Al-lah).
Quinto: No todos los que escuchan el Adhan observan con juicio sus oraciones, es más, no todos son musulmanes, lo que nos señala que este llamado va dirigido también a ellos.
Sexto: Se debe escoger a una persona cuya voz sea, además de fuerte, agradable y clara. Esto lo estableció el mismo Mensajero de Al-lah, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, quien le ordenó a la persona de la que aceptó la forma del Adhan en su estructura actual, que fuera y se lo enseñara a Bilal, que Al-lah esté complacido con él, para que fuera él quien lo entonara. Esto para que sea bien entendido y acogido.
Séptimo: Es permitido que se le pague a una persona para que haga el Adhan, sin embargo, se le debe dar preferencia a aquella que desee hacerlo sin cobrar, pues esta tiene mayor disposición para hacerlo y posiblemente sea más sincera, lo que hará que sus palabras se escuchen y sientan más.
Recuento histórico
La causa principal del establecimiento del Adhan como medio para llamar a la oración y reunir a los musulmanes para cumplir con este deber, fue precisamente la necesidad de crear un medio propio que congregara a los musulmanes.
Cuando el Mensajero de Al-lah, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, ordenó que se tocaran campanas con este propósito –aunque no le gustaba por ser la forma en que los cristianos llamaban a su liturgia–, ‘Abdul-lah ibn Zaid, que Al-lah esté complacido él, comentó: “Durante el sueño vino a mí un hombre con una campana, le dije: ‘¿Estás vendiendo esa campana?’ Me respondió: ‘¿Qué piensas hacer con ella?’ Dije: ‘La usaremos para anunciar la oración’. Dijo: ‘¿No te gustaría que te mostrara una mejor forma de hacerlo?’ Por supuesto, asentí. Dijo: ‘Entonces di: ‘Al-lahu Akbar, Al-lahu Akbar, Al-lahu Akbar, Al-lahu Akbar, Ash-hadu an la ilaha il-la Al-lah, Ash-hadu an la ilaha il-la Al-lah (…)’. Al amanecer, fui a donde el Profeta Muhammad, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, y le conté lo que había soñado. Entonces dijo: ~‘Este sueño es una visión de Al-lah, in sha Al-lah. Ve a donde Bilal y enséñale esas palabras para que el alce el Adhan, pues su voz es mejor que la tuya’~~. Entonces hice lo que el Mensajero de Al-lah, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, me pidió. Fui con Bilal, y mientras yo le decía las palabras de mi sueño, él alzaba su voz repitiéndolas. Cuando Bilal terminó, Omar, que había escuchado el Adhan, salió corriendo de su casa y dijo: ‘¡Por Quien te envió con la verdad, yo tuve el mismo sueño!’ El Profeta Muhammad, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, dijo: ~‘Al Hamdu Lil-lah (Alabado sea Al-lah)’~~”. En otro relato del mismo suceso se menciona que a él en su sueño se le enseñó también el segundo Adhan, el que indica que ya se va a dar inicio a la oración.
Entonces, el Adhan no fue algo que la gente de ese tiempo hubiera inventado, sino que fue una visión que Al-lah, Glorificado y Exaltado sea, concedió a dos de los grandes Sahaba y que Su mismo Mensajero, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, confirmó y estableció.