El lazo que una madre, especialmente una nueva madre, comparte con su hijo es incomparable. La mayoría de las madres viven y respiran de acuerdo a lo que sus hijos necesitan, exigen o desean.
Las nuevas mamás duermen y comen a medias, ya que no tienen tiempo para sentarse a la mesa y comer tranquilamente. Y a pesar de todo, la mayoría de esas mujeres diría a cualquiera que las escuche que no cambiarían nada. Ese amor incondicional que siente una madre por sus hijos es una misericordia y bendición de Al-lah. Incluso las madres entre los animales cuidan de sus crías a veces de formas increíbles. Algunos animales cargan a sus crías en sus bolsas; otros se sientan sobre sus pequeños para protegerlos y mantenerlos tibios. Un tipo de anfibio permite a sus crías alimentarse de su piel para conseguir nutrientes, algo parecido a lactancia de los mamíferos.
Por supuesto, por misericordia de Al-lah, nosotros no necesitamos alimentar a nuestros hijos con nuestra propia carne, pero los sentimientos permanecen iguales. Hacemos lo que tenemos que hacer para ayudar a nuestros hijos a crecer y fortalecerse, y a cambio compartimos amor y afección con ellos. Sin embargo, algunas veces este amor da un extraño giro y nuestros hijos se encuentran ahogados en él o carentes del mismo.
¿Tienes demasiado amor o no el suficiente?
Basados en nuestras experiencias y personalidades individuales, demostramos amor y afección de diferentes formas. Algunos de nosotros hemos sido criados en una cultura que no expresa mucha afección física. Esto no significa que no amamos a nuestros hijos; solo significa que no lo demostramos de la forma que otros lo hace. Algunos están acostumbrados a mostrar afecto libremente. Esto no es correcto ni incorrecto, pero un exceso de cualquiera puede dañar significativamente a nuestras familias y a nosotros mismos.
Demasiado amor es común
En un tiempo en que los padres están ocupados con el trabajo y las obligaciones sociales, podemos sentir que necesitamos compensar a nuestros hijos con lo que pensamos que les hace falta. Si no podemos pasar suficiente tiempo con ellos, les compramos regalos que los hacen temporalmente felices. Pero todo este tratamiento generoso podría tener malos resultados, aunque haya comenzado con buenas intenciones. Es fácil echar a perder a un niño con simples regalos y recompensas.
Sin embargo, muchos ya sabemos esto, no es nada nuevo. De hecho, muchos probablemente somos víctimas de esto ocasionalmente o incluso frecuentemente. El verdadero problema está en lo contrario. Imaginemos a una madre que da a luz a un niño pero no quiera cuidar de él, que lamente haber tenido a ese niño.
La falta de amor es peligrosa
El amor que sentimos por nuestros niños es un regalo de Al-lah. Es algo que no tenemos que aprender o adquirir con el tiempo; es algo que viene con la paternidad. Nos embarazamos y automáticamente comenzamos a pensar en este nuevo ser. Damos a luz a nuestro hijo e instintivamente sentimos una cercanía. Este es un amor diferente al que podemos sentir por nuestro esposo, que puede ser algo que nos enseñamos a nosotras mismas y es intelectualizado, y solo con el tiempo llega a ser natural. El amor que sentimos por nuestros hijos es simplemente diferente. Sentimos ese lazo y esa cercanía incluso antes de conocer a nuestros hijos.
Ahora bien, ¿si fuera a decirte que existen algunas mujeres que cada día al ver a sus hijos piensan que sus vidas se han arruinado de muchas formas desde que el niño nació, qué dirías? ¿Si te dijera que existen algunas mujeres que dicen que deberían dar a sus hijos a alguien más para que se haga cargo de ellos y así ellas poder vivir sus propias vidas, qué dirías?
Existen muchas mujeres alrededor del mundo que reniegan de haber tenido hijos. Ocasionalmente, algunas mujeres padecen una depresión postparto temporal. Esta es una enfermedad seria que no debe ser tomada a la ligera, pero no es a esto a lo que me estoy refiriendo aquí. Estoy hablando sobre las mujeres que no intentan embarazarse en primer lugar, y, luego de quedar embarazadas, rechazan al niño por echar a perder sus planes.
Parece difícil de creer, pero es verdad. De hecho, tal vez conoces a alguien así. Recientemente conocí a una mamá musulmana americana que admitió que ella rechazaba a su hijo y que nunca planeó ese embarazo. Incluso más sorprendente fue que ella dijo que, ya que su hijo a menudo era cuidado por otros miembros de la familia, no le importaría si alguien más se quedara con el bebé y lo criara. Ella sostenía que nunca estuvo unida al niño y por lo tanto no tenía sentimientos maternales hacia él.
El horror que puedes sentir al leer esto es parecido al que yo sentí cuando lo escuché. El shock que sentí me dejó entumecida y helada. Primeramente, me sentí preocupada por el niño que crecería en este ambiente de desprecio. ¿En qué clase de persona se convertiría cuando crezca y sea más maduro y pueda percibir este resentimiento? ¿Qué legado esta madre está creando y qué aprenderá su hijo de ella? Esto es espantoso en sí mismo, pero cuando me di cuenta que esto le podría pasar a cualquiera de nosotros, casi me caigo de miedo.
¿Piensas que esta madre eligió ser así? La mayoría de las mujeres en su situación, después de dar a luz a un niño que no planearon, olvidan el pasado y anticipan el futuro con su nuevo regalo de inocente amor. Pero, obviamente, este cálido sentimiento no impacta a todas de la misma manera. La pregunta que me hago es: ¿Cómo puedo estar segura de que nunca he sentido lo que esta madre siente por su hijo?
Reconocer nuestras bendiciones
Muchas de nosotros, como primera reacción, dirían: “Eso nunca me pasará a mí. Yo amo a mis niños”. Pero, realísticamente, ¿por qué amamos a nuestros niños? ¿Qué es lo que nosotras hacemos y esta otra madre no hace? Esto es porque Al-lah Ha puesto este amor en nuestros corazones. Por eso, debemos estar eternamente agradecidas. Este intangible e invisible amor está entre millones de otras cosas en esta vida que subestimamos. Es una cosa tan simple pero conlleva un gran poder. Si solo esta madre tuviese una pizca de amor, vería la belleza en su hijo y pasaría por alto la atracción de su carrera y vida social.
Pero este regalo de Al-lah es solo el principio. Debemos hacer un esfuerzo consciente por amar a nuestros hijos. Comenzamos con el amor que Al-lah Pone en nuestros corazones, pero también debe existir amor en nuestras acciones. Rechaza las normas culturales que impiden demostrar afecto, abraza y besa a tus hijos y mira cómo los alegras. El Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, nos animó a abrazar a nuestros hijos y mostrarles afecto, ¿por qué otra razón él permitía que sus sobrinos se subieran a su espalda durante el suyud mientras rezaba?, ¿por qué guardaba dulces en sus bolsillos para invitar a los niños de la ciudad? Esa clase de afecto es esencial para que un niño se desarrolle, madure y se convierta en un individuo equilibrado y con los pies sobre la tierra.
A veces tenemos que trabajar para ser buenos, afectivos y amorosos. Justo después de que tu hijo haya vaciado una caja entera de cereal en el piso para buscar la sorpresa escondida, puede no ser el mejor momento para ir y abrazarlo. Y justo después de que tu hija haya inundado el baño intentando bañar a su muñeca en el lavamanos, tampoco es el tiempo oportuno para besarla y abrazarla. Pero existen momentos todos los días cuando necesitamos demostrar a nuestros hijos que queremos que sepan que los amamos. La mejor manera para que los niños vean este amor es que lo sientan.